Por Yaoehecatl KM
Cuauhtemoc, el último Huey Tlahtoani, el último gobernante mexihca que defendió a su pueblo, a su nación. El joven que desafió un imperio. Guerrero águila, que extendió sus alas para proteger a su madre tierra del invasor. Nació un 23 de febrero de 1501 en Zompancuahuitl (hoy Ixcateopan) en el Estado de Guerrero, tierra de cuyo nombre hacen fama los hombres que produce.
Los datos sobre la fecha del nacimiento de Cuauhtemoc son los que proporcionan las investigaciones y descubrimientos de la arqueóloga y maestra Eulalia Guzmán Barrón (1890-1985). La maestra Eulalia Guzmán es la única historiadora que proporciona una fecha exacta, categórica, sin temor a equivocarse. Otros investigadores dudan sobre la fecha de nacimiento de Cuauhtemoc, ella no. Esta fecha ha sido aceptada por un sector de la sociedad mexicana, en concreto, aquellas personas que están adscritas al movimiento cultural denominado Mexicayotl.
Mexicayotl
Pequeño paréntesis para explicar brevemente qué es la Mexicayotl. Término proveniente de la lengua nahuatl, significa, esencia de lo mexicano, y se traduce simplemente como, mexicanidad. La Mexicayotl es la mexicanidad, lo más profundo, las raíces, la esencia del ser mexicano.
La Mexicayotl se ha conformado en diferentes grupos, asociaciones, sociedades, o Calpullis, principalmente de danza azteca. Son estas últimas agrupaciones quienes consideran la fecha propuesta por la maestra Eulalia Guzmán para conmemorar el natalicio y rendir homenaje a Cuauhtemoc.
Este movimiento cultural denominado Mexicayotl intenta retomar la cosmovisión del México antiguo que implica una forma diferente de ver, entender y pensar el mundo y el universo; todo ello a través del estudio de las formas, maneras y costumbres de los antiguos mexicanos.
Las áreas de conocimiento que nos acercan a esta antigua cosmovisión son, por ejemplo, el estudio de la lengua nahuatl; el estudio de su antigua cosmovisión, Filosofía Nahuatl; el estudio de los códices, el estudio de las cuentas calendáricas; el estudio del Tonalamatl; el estudio de la medicina tradicional, las plantas curativas, los temazcales; y por supuesto, el estudio, comprensión y práctica de la danza azteca, que en sí misma encierra un lenguaje simbólico, oculto, práctica ritualista desarrollada en un contexto ceremonioso.
Cuauhtemoc, el guerrero.
Cuauhtemoc tendría entonces veinte años cuando enfrentó a Hernán Cortés y sus aliados, muy joven, sin embargo, no se vea su juventud como un impedimento de experiencia y de formación militar. Cuauhtemoc fue educado y formado en las mejores instituciones educativas de su tiempo (Cuicacalli, Telpochcalli, Calmecac), y sometido a una rigurosa disciplina por su propia condición de pilli (noble) destinado a ser Huey Tlahtoani.
Tlahtoani significa en español, “el que porta la Palabra”, (el orador), y Huey “grande” o “gran”, por lo que “Huey-Tlahtoani” significa “El Gran Orador o Portador de la Palabra”, y era el máximo grado que podía tener un Señor del México antiguo, un Tecuhtli, o los Tlahtoque (Señores gobernantes).
Hay que recordar que Cuauhtemoc, antes de ser el Señor y Gobernador de Tenochtitlan, ya lo había sido de Tlatelolco, según lo indican algunas fuentes históricas. Por lo que, experiencia en gobernar, la tenía.
Desde muy jovencito, probablemente iniciando su adolescencia, Cuauhtemoc participó en diferentes campañas de guerra, a lado de sus tíos Motecuhzoma Xocoyotzin y Cuitlahuac. Se menciona que Cuauhtemoc fue uno de los Tlacatecuhtli (jefe de armas, capitán) que organizó el contraataque contra Pedro de Alvarado cuando éste y los demás españoles asesinaban a la población mexihca que se encontraba dentro del recinto del Templo Mayor.
También se dice que Cuauhtemoc estuvo presente en la organización y en la lucha que encabezó Cuitlahuac contra los españoles y sus aliados, aquella fatídica noche lluviosa del 30 de junio de 1520, en la que Hernán Cortés terminó llorando junto a un árbol ahuehuete.
Cuauhtemoc, Huey Tlahtoani de Tenochtitlan.
Cuauhtemoc no era ningún improvisado ni tampoco ningún inexperto –tanto en la guerra como en gobernar, pese a su juventud–, cuando el Consejo de la Excan-Tlahtoloyan (Triple Alianza) decidió ponerlo al frente y al mando de todos sus ejércitos y lo nombró Huey Tlahtoani de Mexihco-Tenochtitlan a la muerte de su tío Cuitlahuac.
Su ascenso al trono se produjo en medio de la guerra más feroz y cruel que hubiese tenido hasta entonces el pueblo tenochca. Se requería de toda su habilidad y destreza, física y mental, para hacer frente al ejercito enemigo.
Cuauhtemoc reorganizó a su ejercito y a su pueblo (mexihcas) y junto con sus aliados de Tetzcoco (alcohuas) y Tlacopan (tepanecas) enfrentaron al invasor y a sus aliados con valentía, sin temor alguno.
El sitio de Tenochtitlan
La ciudad de Tenochtitlan fue sitiada por sus enemigos. Hernán Cortés cortó todas las vías posibles, por tierra y por agua, para impedirles llegar todos los suministros de alimentos y de agua potable a la ciudad. Mandó construir 13 pequeños barcos (bergantines) con cañones para rodear Tenochtitlan (con ballesteros y escopeteros por embarcación) y disparar hacia ella las balas de cañón que hicieron estragos en la ciudad.
El sitio de Tenochtitlan duró casi tres meses (ochenta días), tiempo en el que los guerreros mexihcas dieron muestras de fortaleza, pese al hambre y desnutrición que sufrieron.
Sin embargo, la viruela hizo estragos en la población y el ejercito tenochca. Esto fue lo que más debilito a los mexihcas y sus aliados. El virus traído por los españoles diezmo la resistencia de los guerreros. Miles de ellos murieron a razón de un virus desconocido hasta entonces en las tierras del Anahuac.
Hambre, desnutrición, contagios, enfermedad, muertes, desolación… Ese fue el escenario del sitio de Tenochtitlan que enfrentó Cuauhtemoc… Cabe mencionar que los españoles realizaron varias incursiones militares para penetrar a una Tenochtitlan débil, hambrienta, enferma, agonizante.
Cuauhtemoc, como Huey Tlahtoani que era, hizo lo que tenía que hacer, defender su ciudad -con todos los medios que le fuesen posibles-, defender a su pueblo, con valentía, dignidad y orgullo, no mostrar debilidad ni flaqueza, repeler las incursiones terrestres que hacia el enemigo, resistir el asedio marítimo de las embarcaciones españolas, y motivar a los suyos a pelear y resistir hasta el último momento. Casi tres meses permaneció Cuauhtemoc en esa situación apremiante, luchando, resistiendo…
“Toma ese cuchillo y mátame”
Cuando Cuauhtemoc fue capturado por los soldados españoles y llevado frente a Hernán Cortés, le dijo aquella famosa frase de “toma ese cuchillo y mátame”, la cual ha sido interpretada de diferentes formas.
En el espacio de la Mexicayotl se ha creado un discurso alrededor de esta famosa frase, y se dice que en realidad Cuauhtemoc le dijo a Hernán Cortés “toma ese cuchillo y mátame si puedes”, diciendo con esto que lo retaba a un duelo entre capitanes. Esa última expresión, “si puedes”, dicen que no fue agregada por los historiadores.
No creo eso. Creo que el discurso de la Mexicayotl trata de justificar porque Cuauhtemoc dijo lo que dijo “mátame”. Con esa expresión, sin analizar, pareciera que se esta entregando al enemigo con una actitud derrotista. Nada más alejado de la cosmovisión de los antiguos mexicanos, y por supuesto, de la figura de Cuauhtemoc, un militar que, además de ser gobernante, era un guerrero águila.
Pequeño paréntesis. El problema con muchas personas que conforman el movimiento de la Mexicayotl, es que desconocen por completo la cosmovisión del México antiguo, y entonces hacen sus propias interpretaciones, modificando aquello que no les gusta o les parece que denigra a los personajes o a las culturas del México antiguo. Si supieran un poco de cosmovisión, entenderían el por qué de tales situaciones o acciones, que a simple vista, a sus ojos, parecen contradictorias, pero no lo son. Cierro paréntesis.
Intentaré explicar, brevemente, una parte de la cosmovisión de lo antiguos mexicanos que trata sobre la concepción que ellos tenían del sol, la guerra y la muerte. Su antiguo sistema de creencias estaba basado en sus leyendas antiguas, en sus mitos de creación.
Tonatiuh, el sol, fue para los antiguos mexicanos el guerrero victorioso por excelencia, el invicto, ya que todas las noches libraba una guerra en el Mictlan, luchaba contra la muerte. Su triunfo sobre la obscuridad se manifestaba en el amanecer, su luz y su calor eran evidencia de que había ganado una guerra más. Así, Tonatiuh debía “morir”, ir a la región de los muertos, para volver a nacer bañado de luz. Tonatiuh se convirtió en el ejemplo a seguir para los guerreros, ganar todas las batallas, así tuviesen que “morir” para vivir.
Se mencionaba que Tonatiuh tenía una casa, un lugar, el Tonatiuhichan, la casa del sol, al que iban solamente los guerreros que morían en acción, en el campo de batalla o a manos de sus enemigos. Que mejor muerte para un guerrero que morir en manos del enemigo porque eso garantizaba su entrada a la casa del sol. Morir de esa manera le permitiría al guerrero formar parte de una elite, ser parte de un grupo de elegidos que acompañarían al sol en sus batallas diarias, en sus guerras. Morir en el marco de una guerra era el máximo honor para un guerrero. Fue el Tonatiuichan, también llamado Tonalcalco (en la casa del sol), el destino final anhelado por todos los guerreros.
Dada su formación militar, como guerrero, preparado para morir en el campo de batalla o en el marco de una guerra, Cuauhtemoc solicitaba a Hernán Cortés que cumpliera con su papel de enemigo en una guerra, que lo matara.
Hernán Cortés no quiso matarlo. Pueden imaginar el rostro de Cuauhtemoc al saber que el enemigo no deseaba quitarle la vida. En su interior, Cuauhtemoc sabría que jamás podría llegar a la casa del sol, el lugar en el que estaban todos sus antepasados.
Lecho de rosas
Después de torturarlo junto con Tetlepanquetzal, el Señor de Tlacopan (Tacuba), Hernán Cortés se lo llevó a su expedición de las Hibueras (Honduras). No quiso dejar a Cuauhtemoc en la ciudad de México por temor a que organizara una rebelión.
Queda para la historia universal aquella famosa frase de Cuauhtemoc cuando le estaban quemando los pies y el señor de Tlacopan, Tetlepanquetzal, se quejó del sufrimiento que estaban pasando: “¿Acaso estoy yo en un lecho de rosas?”, respondería Cuauhtemoc. Otras fuentes más fidedignas indican que en realidad dijo:” ¿Acaso estoy yo en un temazcal”?
Así, Cuauhtemoc, con sus pies quemados, fue llevado en un largo viaje junto con los gobernantes de Tlacopan y Tetzcoco, ellos fueron Tetlepanquetzal y Cuanacoch, respectivamente.
Muerte de Cuauhtemoc
En Tabasco, Cortés decidió matar a Cuauhtemoc y a los otros gobernantes, acusando a Cuauhtemoc de sedición, de querer organizar un levantamiento de los indígenas de la región contra él. Las palabras lacónicas pronunciadas por Cuauhtemoc aún resuenan en la memoria histórica de México (y en la tumba de Cortés):
“¡Oh, Malinche, días hacía que yo tenía entendido que esta muerte me habías de dar y había conocido tus falsas palabras, porque me matas sin justicia! Dios te la demande, pues yo no me la di cuando a ti me entregué en mi ciudad de México”
Cuauhtemoc fue ahorcado y junto con él murieron los señores de Tlacopan y de Tetzcoco. Tetlepanquetzal dijo que mientras muriera al lado de “su señor Cuauhtemoc”, el “daba por bien empleada su muerte”.
No sólo murió Cuauhtemoc y los gobernantes nahuas ese día, el asesinato de estos grandes personajes tuvo un gran valor simbólico e histórico, murió la Excan-Tlahtoloyan, la Triple Alianza, aquella poderosa sociedad conformada por los tres señoríos más poderosos de la región central de México en aquel tiempo; y con ella murió, el México antiguo, el último reducto, la última esperanza, ya nunca más.
Cuauhtemoc conservó su grandeza hasta el final y murió con dignidad, como muchos de los mexicanos de aquel tiempo que enfrentaron al invasor; actitud propia de una sociedad guerrera educada y formada para afrontar y enfrentar la muerte.
Dejó Hernán Cortes a Cuauhtemoc y a los otros señores colgados de un árbol en Tabasco. Posteriormente fueron descolgados por la población indígena de la región, y fue llevado Cuauhtemoc a su tierra natal en el actual Estado de Guerrero, Zompancuahuitl, hoy Ixcateopan.
Discusiones sobre Cuauhtemoc
Existe varias discusiones en los ámbitos académicos, y también fuera de ellos, sobre varios puntos en relación a la figura de Cuauhtemoc. Uno de los mejores trabajos y estudios sobre este tema es el de la maestra y académica Josefina Muriel: “Divergencias en la Biografía de Cuauhtemoc”. Según el artículo de la maestra Muriel, la controversia existe porque hay incongruencias, imprecisiones e inexactitudes en las fuentes históricas. Así, tenemos a historiadores indígenas, mestizos e hispanos que difieren entre si: Chimalpain, Tezozomoc, Ixtlixochitl, Sahagún, Tovar, Acosta, Torquemada, Pomar, Cortés, Bernal Díaz, Aguilar, Solís, Chavero, Caso, Eulalia Guzmán, el códice Ramírez, etc. Al respecto dice la maestra Josefina Muriel:
“La razón es muy clara: su ascenso al trono [de Cuauhtemoc] ocurre en medio de la más terrible y destructora guerra… cuando Cortés y sus soldados entraron por primera vez en la ciudad quemaron las pinturas en que tenían sus historias… ésta, en gran parte, había sido destruida… Por todo esto salta a la vista el problema, tal vez insoluble, de localizar documentos indígenas en los que consten los datos sobre el origen de Cuauhtemoc […] No pudiendo encontrar la fecha de nacimiento como antecedente a su actuación, la buscamos en relación con su aparición en la historia”.
Precisamente, uno de los puntos de discusión tiene que ver con la fecha de nacimiento y el lugar en el que nació Cuauhtemoc. De esta manera, se proponen varias fechas para su nacimiento: 1496, 1501 y 1502. Sobre el lugar de su nacimiento las fuentes históricas mencionan: Tenochtitlan, Tlatelolco y Zompancuahuitl (antiguo nombre de Ixcateopan). Lo mismo pasa con su parentesco en relación a Motecuhzoma Xocoyotzin y Cuitlahuac, que si era su primo o su sobrino. Y ahí esta y continúa dicha discusión.
Los huesos de Cuauhtemoc
Otra discusión muy acalorada es lo que concierne a sus huesos. Que si son o no son los huesos de Cuauhtemoc los que se encuentran expuestos en la vitrina funeraria que se encuentra en la antigua iglesia –hoy mausoleo– del siglo XVI.
En su momento, cuando la osamenta fue desenterrada por la maestra Eulalia Guzmán y su equipo de trabajo, ésta fue reconocida oficialmente como la osamenta del último Huey Tlahtoani mexihca. Después, vino toda una serie de acontecimientos –políticos sobre todo– que se han empecinado en negar la autenticidad de dichos restos óseos. Habría que preguntarse por qué tanto énfasis en negar esos restos óseos como pertenecientes a Cuauhtemoc.
Actualmente, se sabe que dicha osamenta se encuentra compuesta por huesos de diferentes personas, pero algunos de ellos pertenecieron a un hombre joven de fuerte complexión; existe la posibilidad de que si hayan pertenecido a Cuauhtemoctzin. Además de que, no solamente se trata de las investigaciones antropológicas, también se encuentran documentos históricos y toda una tradición oral que respaldan la autenticidad de dichos huesos.
Símbolo de valor y dignidad
Lo más importante es lo que Cuauhtemoc representa, significa y simboliza para los mexicanos, o para algunos de ellos. Con su vida y con su muerte Cuauhtemoc se ha convertido en un ejemplo de valor, de honorabilidad, de dignidad, de fortaleza, de ímpetu, de un espíritu aguerrido, de no darse por vencido, de luchar hasta el último momento. Cuauhtemoc se ha convertido no solamente en uno de los principales símbolos de la mexicanidad o Mexicayotl, sino en el principal, por su muestra de arrojo, entrega, fuerza y juventud; el joven gobernante, el joven guerrero, el hombre valiente que no tuvo temor de enfrentar al invasor extraño que portaba armas nunca antes vistas.
Además de sí mismo y sus virtudes, Cuauhtemoc representa una cultura, una sociedad, una forma de vida, una época, una cosmovisión. Es mucho lo que encierra, cultural y simbólicamente hablando, la figura de Cuauhtemoc, no se limita sólo a su persona.
Así que no importa si tenia 20 o 25 años (de todos modos, era joven), si nació en Tlatelolco o en Zompancuahuitl (Ixcateopan), si era “primo” o “sobrino”. Incluso, no importa si son o no sus huesos los que descansan en ese féretro en la antigua iglesia del siglo XVI que esta en Ixcateopan. Lo realmente importante es lo que la figura de Cuauhtemoc simboliza y puede significar para los actuales mexicanos: un elemento de cohesión, de fortaleza, un símbolo de dignidad, de orgullo y de identidad. De no darse por vencido, de no rendirse, de permanecer de pie hasta el último momento.
La vida y muerte de Cuauhtemoc es una inspiración y motivación para muchos mexicanos. Los tiempos que pasa actualmente nuestra nación son difíciles, complicados. Tomemos como ejemplo la actitud de Cuauhtemoc y tratar de permanecer de pie hasta el último momento.