Por Yaoehecatl KM
Los Entierros-Ofrenda
Si algo resulta realmente llamativo, impresionante y significativo son las ofrendas –llamadas Entierros por los arqueólogos–, que se han encontrado al interior de la Pirámide de la Luna. Estas ofrendas sacrificiales están compuestas por una gran variedad de elementos: piedras preciosas (jade, obsidiana, turquesa, serpentina, pizarra, pirita), plantas o fibras vegetales, esqueletos de animales (águilas, halcones, pumas, lobos) y, por supuesto, de seres humanos. Estas ofrendas son sacrificios de consagración. Cinco son las ofrendas encontradas en las entrañas de la Tzacualli Metztli. Los arqueólogos han clasificado estas ofrendas como entierros enumerados del 2 al 6, así que el entierro 2 en realidad es el 1, el 3 el 2, y así sucesivamente. Los entierros 2, 3 y 4 fueron encontrados en la base de la pirámide, el entierro 5 en la cúspide y el 6 en el centro de la pirámide lunar. Ninguno de estos entierros se encontró en una cámara hueca, todas las ofrendas fueron literalmente enterradas, cubiertas con tierra y piedra. Todas las ofrendas se encontraron en el interior de los rellenos constructivos de las etapas de edificación de la pirámide, y se encuentran alineadas con el eje norte-sur de la ciudad. En todos los entierros u ofrendas se encontraron restos humanos. Hasta el momento, suman un total de 37 individuos que habrían sido sacrificados en el interior de la Tzacualli Metztli.
Entierro 2 (Ofrenda1)
Se encontró en esta ofrenda sacrificial un esqueleto humano, adulto, masculino, entre 40 ó 50 años de edad. Enterrado en posición sedente (sentado), con las manos cruzadas atrás de la espalda, al parecer atado. Los elementos que le acompañan en el entierro indican su alto rango social. Piedra verde, esculturas con incrustaciones de pirita, orejeras de concha, collar con piezas de concha que simulan maxilares humanos, figurillas humanas de obsidiana, puntas de proyectil, navajas y cuchillos de obsidiana, un cuchillo ondulante grande (como si fuera un rayo o trueno), ocho vasijas tipo Tlaloc. Se encontraron también restos o esqueletos de animales, se presume que fueron enterrados vivos ya que, en el caso de algunos de ellos, se encontraban sus jaulas de madera y coprolitos (excremento del animal). Dos pumas completos, un lobo, nueve águilas, un halcón, un búho y tres serpientes de cascabel. Después de estudiar la colocación, orden, simbolismo y orientación de todos los objetos que conforman el entierro se llego a la conclusión que el Entierro 2 es un rito de sacrificio dedicado a la clase militarista. Según los estudios arqueológicos, es posible que el personaje principal de esta ofrenda este aludiendo a una divinidad femenina de la guerra. El Entierro 2 proclama la milicia y el sacrificio humano, lo que indica que “el estado teotihuacano fue fundado o desarrollado fundamentalmente por un poder militar sagrado”.[1]
Entierro 3 (Ofrenda 2)
Al igual que el entierro anterior, éste también formó parte de un rito de fundación, aunque con un contenido diferente. Fueron encontrados los restos mortales de cuatro personas de sexo masculino, todos con los brazos cruzados por atrás de las espaldas, lo cual indica que estuvieron amarrados, por lo que, fueron enterrados vivos o sacrificados. Tres de ellos se encontraron en posición extendida y uno de ellos en posición flexionada recargado a su lado izquierdo, es posible que haya estado sentado durante el enterramiento. Se calcula las edades de los sacrificados en 35, 25, 20 y 15 años, esta última para el individuo que se encontró flexionado. Al parecer, no eran teotihuacanos sino extranjeros, migrantes o posiblemente cautivos de guerra que es lo más probable. Los objetos o joyas que portaban dichos individuos eran: orejeras circulares de concha, orejeras de piedra verde (posiblemente jade), narigueras en forma de crótalo de serpiente, collar de cuentas, collar de maxilares hecho de conchas, pectoral de concha. En base a los análisis antropológicos y estudios de laboratorio, se determinó que las cuatro personas eran diferentes en sus rasgos físicos, es decir, procedían de otras regiones. En cuanto a los objetos que forman parte de la ofrenda se encontraron cinco caracoles trompeta, puntas de proyectil de obsidiana, una especie de “sabana” de material orgánico pudiendo ser parte de la vestimenta de autoridad. Se encontraron también dos figurillas de piedra verde[2] en posición de flor de loto, una gran cantidad de figurillas de obsidiana, puntas de proyectil y navajillas prismáticas. En cuanto a los restos de animales colocados en esta ofrenda, se encontraron, 14 cráneos de lobo, 4 cráneos de puma, un cráneo de búho y un esqueleto completo de un aguililla caminera. Por estudios iconográficos anteriores se sabe que el lobo o el coyote fueron símbolos asociados al sacrificio y al militarismo. Es posible que los cráneos de lobos localizados en esta ofrenda hayan sido utilizados para identificar a un grupo social especifico asociado con una jerarquía o institución militar: el grupo de los cánidos.
Entierro 4 (Ofrenda 3)
Se encontraron en esta ofrenda 17 cráneos humanos con sus primeras vértebras cervicales y una vértebra más perteneciente a otro individuo lo que sumaria 18 sujetos en este entierro. Se considera que todos estos individuos fueron decapitados y su sacrificio fue para consagrar una nueva etapa de construcción (Edificio 5) de la Pirámide de la Luna. Al parecer, según los análisis antropológicos, todos ellos fueron hombres jóvenes menores a los 35 años. Algunos de ellos con deformación craneal y mutilación dentaria (esta última práctica no común entre los teotihuacanos) por lo que pudiera tratarse de personas no originarias del lugar. No se encontró ninguna otra ofrenda u objetos materiales que acompañaran a este entierro, lo que es, sin duda, algo que llama la atención. A diferencia de los entierros anteriores ¿por qué no se colocaron objetos o animales que acompañaran la ofrenda? ¿quiénes fueron esas 18 personas? ¿qué representaban?
[1] Saburo Sugiyama, Rubén Castro y Leonardo López Lújan, “Los entierros en la Pirámide de la Luna”, en, Viaje al centro de la Pirámide de la Luna. Recientes descubrimientos en Teotihuacan, Arizone State University, National Geographic Society, CONACULTA-INAH, México, 2004, p. 23
[2] Cuando los arqueólogos utilizan la expresión “piedra verde” significa que no están seguros si se trata de jade o jadeíta o algún otro material verde, y por eso prefieren decir simplemente “piedra verde”.