Palabras del padre al hijo. Huehuetlahtolli.

23 de Septiembre 2020-09-23

Por Karloz Miranda Yaoehecatl



Continuamos con los Huehuetlahtolli. Estas son algunas palabras –consejos, exhortaciones, amonestaciones, guías de conducta–, que los padres decían a sus hijos en el México antiguo. Los Huehuetlahtolli están tomados principalmente del Códice Florentino (que ya explicamos en el artículo anterior sobre este tema).

“Yhuan xicmotlazotili, xicmocnelilmachiti, xiquixtili, xiquimacaci, xicmauhcaitta, xictlacamati, xicchihuili in tleyn quinequi in iyollo in nantli, in tatli, ca ilhuil…” 

“Y ama, agradece, respeta, teme, ve con temor, obedece, haz lo que quiere el corazón de la madre, del padre, porque es su don, porque es su merecimiento, porque es su dádiva; porque a ellos les corresponde el servicio, la obediencia, el respeto. Porque no podrá estar en pie, no podrá vivir aquel que no obedezca, que no quiera servirles, que no quiera honrar a su madre, a su padre; el que no les tenga respeto…”

“No sigas el camino, el principio de aquel que está allá, que allá vive, que anda embriagándose, que anda emborrachándose… que se cuelga de lo alto, que da alaridos, que da voces, que grita como si hubiera comido las hierbas estupefacientes… Ya no siente la piedra, el palo; presto los recibe. Les remeda, le levanta los hombros a su madre, a su padre. Ya no los respeta, sólo contra de ellos se vuelve, se da vuelta, ya no les teme, ya no los tiene en algo, sólo sin reflexión da alaridos, da voces… Ya allá no tiene rostro… Sólo sin reflexión camina, huye constantemente, cae de repente.”

“Auh yhuan ma yca tihuetzca, ma yca timotopeuh, ma yca ticamanalo…”

“Y no te rías,  no te burles, no hagas bromas del anciano, de la anciana o del enfermo, del de boca torcida, del ciego, del tuerto o del manco, del lastimado de la mano… del cojo… del mudo, del sordo… del demente, de aquél en quien la enfermedad está, o de aquel que sufre con los errores, o de quien frente a ti incurrió en faltas, de quien las cometió.”

“Todas estas cosas te digo. En ninguna forma te reirás, te burlarás de ellas, no las avergonzarás, no las aborrecerás, no las detestarás, no las abominarás, no las menospreciarás. Sólo así, con ello, serás discreto, observaras…”

“Yhuan ma cana ilihuiz titlahto, ma titetlahtolpanahui inic ahmo titlahtolcotonaz, ahmo ticteilcahualtiz in tleyn qualli tlahtolli inic nenonotzalo…”

“Y no en algún lugar hables sin consideración, no le ganes la palabra a las personas, no les cortarás así la palabra, no desatinarás a la gente, no le harás olvidar las buenas palabras, con las que se conversa. Y si no dicen la verdad, examinaras bien si enmiendas a aquellos ancianos que estén hablando. Si no es tu momento de hablar, tú no hablaras, no dirás nada, sólo callarás. Y si también es tu ocasión de hablar o de que seas interrogado, sólo así hablarás con rectitud, ninguna falsedad dirás, de nadie murmurarás. Harás tu palabra muy prudente para responder, no como tonto, tampoco como un soberbio. Al hablar, que sólo caiga con nobleza tu palabra, así serás honrado.”

“Yhuan ma ticmocuitlahui in ahuillahtolli, in camanallahtolli ca ahmo qualli, ahmo yectli…”

“Y cuídate de las palabras vanas, de las palabras de recreación porque no son buenas, no son correctas; porque sólo infaman, pervierten a las personas; no son serenamente rectas, precipitan a las gentes, las arrojan al río, al despeñadero… Y cuídate de permanecer en el mercado y en el río, en el camino no te detengas, no te sientes; ahí está, ahí vive, ahí se halla su gran bebedero, su comedero del hombre tecolote.”

Fuente: Miguel León-Portilla y Librado Silva Galeana, Huehuetlahtolli. Testimonios de la Antigua Palabra, México, Secretaria de Educación Pública, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 53-65

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