Herbolaria en Códices Antiguos

21 de Octubre 2020-10-21

Por Karloz Miranda Yaoehecatl




Los Códices Matritense y Florentino son las fuentes documentales para dos excelentes artículos que tratan “De las enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas” y “De las plantas medicinales y de otras cosas medicinales”, publicados por el doctor en historia, Alfredo López Austin, para la revista Estudios de Cultura Nahuatl, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, en los años de 1969 y 1971. En estas publicaciones se hace referencia a una gran variedad de plantas medicinales mencionadas en ambos códices; plantas que usaban los antiguos mexicanos antes de la llegada de los españoles.

Resulta de gran interés observar los nombres en nahuatl de estas antiguas plantas que se utilizaban para curar “las enfermedades del cuerpo humano”, y saber cómo se usaban y para qué dolencias o enfermedades en específico se utilizaban. Por supuesto que, con el paso del tiempo, de los siglos –y con la llegada e imposición de la cultura occidental y todo lo que ésta conlleva–, muchas de estas plantas dejaron de utilizarse, cayeron en desuso, perdieron sus nombres originales, otras probablemente se extinguieron, otras tal vez fueron prohibidas en la época colonial (por considerarse su uso para cosas de “hechicería” o “brujería”), o simplemente se fue perdiendo el conocimiento del uso y aplicación de muchas de estas antiguas plantas mexicanas.

Ahora que la medicina tradicional ha tomado nuevos brios, y se ha puesto –digamos–, de “moda”, nos gustaría saber cuales fueron esas plantas que se mencionan en los códices y si algunas de ellas continúan existiendo en nuestra época actual, y si, por supuesto, podrían seguir aplicándose del modo que se indicaba para curar las enfermedades o dolencias referidas; aunque, hay algunos remedios, que para nuestra época, nos parecerán increíbles y seguramente no los utilizaríamos o aplicaríamos en la forma en que se indica. En fin, para conocer todo esto a detalle, habría que iniciar –además del estudio, por supuesto, minucioso de las fuentes–, todo un trabajo interdisciplinario en el que intervinieran diferentes áreas del conocimiento humano para poder retomar y reincorporar el uso de algunas de estas plantas medicinales antiguas.

Ya se han hecho muy buenos intentos y acercamientos para conocer las plantas curativas de nuestro pasado indígena a través del estudio del Códice De la Cruz-Badiano o Códice Badiano, documento antiguo que funge como fuente principal para conocer algunos de los diferentes tipos de plantas que existieron y se usaron en la antigüedad. Pero en este caso la fuente documental del maestro López Austin no es dicho códice, sino otros códices poco mencionados para el acceso al conocimiento de las plantas antiguas mexicanas: Los Códices Matritenses (llamados así porque se encuentran depositados en la Real Biblioteca y en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, ambas de Madrid, España), y el Códice Florentino (llamado así porque se encuentra resguardado en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia). El problema principal para tener acceso al conocimiento de dichos códices –además de estar en el extranjero–, es que se encuentran escritos en lengua nahuatl del siglo XVI, o como dirían los conocedores, en nahuatl clásico; por lo que se requieren interpretes que tengan dominio de la lengua mexicana (nahuatl) de ese periodo histórico.

Para los artículos que presenta el maestro López Austin, ya se ha solventado el primer obstáculo de la traducción de dichos documentos, códices que a la postre, hay que mencionarlo, constituyen primordialmente la base documental de la obra magna del fraile franciscano fray Bernardino de Sahagún: Historia General de las Cosas de Nueva España, ya que fue el monje franciscano quien ideó y mandó se realizaran los códices referidos.

Algunos podrán objetar y argüir que los códices mencionados, entonces, ya fueron traducidos al castellano por el mismo fraile Bernardino de Sahagún, ya que su Historia General viene escrita en español. Sin embargo, la realidad es que Sahagún escribió su propia traducción de los documentos, y dejó sin traducir mucha parte de ellos, en otras agregó cosas que no vienen en los códices, es, en conclusión, su propia versión en castellano de los documentos antiguos. Los actuales estudiosos de las obras de Sahagún y de los códices que él ordenó realizar, coinciden todos, que debe hacerse una nueva revisión de los documentos, o de los códices, ya que, como se decía, hay mucho de ello que no se tradujo o se hizo una traducción errónea. Por tal motivo, resalta la expectación y el interés de los Códices Matritenses y el Códice Florentino que han sido revisados y estudiados últimamente, y que han aportado y siguen aportando mucha información sobre la cultura y la historia del México antiguo. Las personas que deseen conocer la versión en español del propio fray Bernardino de Sahagún sobre “las enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas”, pueden consultar el capítulo XXVIII del Libro Décimo de su Historia General de las Cosas de Nueva España.

Como mencionábamos anteriormente, para acceder al conocimiento de estas plantas antiguas se requiere, no solamente la traducción de los documentos nahuas, sino todo un trabajo interdisciplinario y profesional. Así lo explica el mismo maestro López Austin:

“…requiere de la participación de especialistas en diversos campos del conocimiento humano: traductores que viertan al español los textos, médicos que precisen la naturaleza de las enfermedades descritas y que analicen los métodos terapéuticos, historiadores de la medicina que determinen la interrelación de los conocimientos europeos e indígenas en los años inmediato posteriores a la conquista, biólogos que clasifiquen con precisión plantas y animales de la farmacopea y etnólogos que investiguen las relaciones entre magia, religión y medicina en el México antiguo y comparen los procedimientos indígenas tradicionales que perduran en nuestro país. No puede ser el estudio de estos documentos, por tanto, labor de un solo investigador.”[1]

Hay que mencionar que los Códices Matritenses se elaboraron primero o antes que el Códice Florentino, por lo que éstos sirvieron de base y fueron la fuente del segundo. Cuando el Códice Florentino ya se encontraba terminado, hubo modificaciones posteriores a los Códices Matritenses por lo que esta última información agregada no se encuentra en la obra final del Códice Florentino. Esto sugiere que tenga que realizarse un estudio comparativo entre ambos códices junto con la versión de fray Bernardino de Sahagún que es su Historia General. Estamos hablando de tres fuentes diferentes que, aunque comparten la misma información, existen algunas diferencias marcadas entre éstas.

Para darnos una idea del valor de los Códices Matritenses citamos las palabras del historiador Miguel Ángel Ruz Barrio, doctor en Historia de la Universidad Complutense de Madrid:

“Dentro de los documentos que componen la obra de fray Bernardino de Sahagún, los Códices Matritenses constituyen una de las fuentes más importantes debido a que se consideran la versión más antigua conservada de la Historia General de las Cosas de la Nueva España; por esta razón han recibido la atención de diversos investigadores interesados tanto en la obra de Sahagún como en los códices mesoamericanos… estos manuscritos todavía no han sido analizados de manera totalmente satisfactoria…”[2]

Por lo pronto, el maestro López Austin nos presenta un material que, cómo él indica, “ha pasado por la primera etapa de estudio: la versión al español.”[3] De esta manera, nos muestra estos documentos con texto nahuatl de la siguiente manera: a) Primero el texto que él considera definitivo que es el Códice Florentino, “por ser el que corresponde al momento en que Sahagún estimó que el capítulo estaba definitivamente terminado”.[4] b) Cuando considera que el Códice Florentino tiene errores de copia, ha colocado el texto que aparece en el Matritense. c) No ha variado orden ni palabra del texto, “Esto es en beneficio de quien desee estudiar el original náhuatl”. Y por último, antes de mostrarnos los textos originales nos hace las siguientes observaciones a considerar: “La referencia constante a la Historia General, al Códice Matritense de la Real Academia de la Historia y al Códice Florentino ha hecho necesarias las abreviaturas, respectivamente, HG, CM y CF.”[5] 

Continua en la segunda parte.



[1] Alfredo López Austin, “De las enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas”, en, Estudios de Cultura Nahuatl, Vol. VIII, Año 1969, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, p. 51

[2] Miguel Ángel Ruz Barrio, “Los Códices Matritenses de fray Bernardino de Sahagún: estudio codicológico del manuscrito de la Real Academia de la Historia”, Revista Española de Antropología Americana, 2010, Vol. 40, Núm. 2, pp. 189-228 

[3] Alfredo López Austin, Op. cit., p. 51

[4] Ibidem, p. 54

[5] Ibidem, p. 55

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