Coaxihuitl, la flor de Xochipilli.

31 de Agosto 2020-08-31

Por Karloz Miranda Yaoehecatl



“Estás abriendo la corola aquí en México,

en ti beben la miel brillante mariposas de la tierra…

¡Cual sol de oro brilla tu mansión tornasol de zapote,

tu casa está entre flores acuáticas de jade:

tú en Anahuac imperas!”

 

El niño sol –el que porta el yolotopilli, el que tiene el tonallo, Piltzintecuhtli, noble flor, Xochipilli, el sol naciente–, el príncipe de las flores, el que nos conduce al mundo de las esencias, de los espiritus, de los muertos, de las divinidades. Él nos lleva a otras realidades, a otros espacios, a otros tiempos, a través de sus flores bellas, de sus flores mágicas, de sus flores sagradas, de sus flores de poder.

 Otra de las flores que nos regala el Sol joven, Xochipilli, es aquella que los antiguos mexicanos llamaban Coatl Xoxouhqui o Coaxihuitl y que podemos ver tallada en el empeine izquierdo y en las piernas de su escultura ubicada en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología. La trascendencia sagrada de esta planta de poder yace en sus semillas, mejor conocidas como: Ololiuhqui.

Sobre esta planta y su flor, dijo el monje franciscano fray Bernardino de Sahagún: “Hay una planta que llaman cóatl xoxouhqui, y cría una semilla llamada ololihuqui; esta semilla emborracha y enloquece. Danla por bebedizo para hacer daño a los que quieren mal, y los que la comen parecen que ven visiones y cosas espantables...”

Coatl Xoxouhqui –traducida del nahuatl como “serpiente-azul celeste”–, o Coaxihuitl –hierba o planta de la serpiente–, es una planta originaria del centro y sureste de México que produce una hermosa flor de cinco petalos de color blanca, azul celeste, violeta o morada (dependiendo de la variedad o subgénero de la flor) y de la cual se obtienen unas semillas conocidas con el nombre de Ololiuhqui cuyo significado es, “redondo”, “esférico”, “pequeño-redondo”, es decir, “semilla”. Esta planta es también conocida con el nombre común de “Manto del Cielo” y las semillas como “las semillas de la virgen”. La coatl xoxouhqui es considerada por los especialistas en medicina tradicional y por aquellos investigadores de plantas “psicotrópicas” como una de las cuatro plantas más fuertes o “poderosas” del México antiguo; aunque, hay que aclarar, en realidad se refieren más a las semillas que a la planta propiamente.

Las semillas, las ololiuhqui, eran utilizadas por los antiguos mexicanos para acceder al mundo de lo sagrado, de lo espiritual, para tener visiones, viajar en el tiempo, retroceder al pasado o conocer el futuro, hacer predicciones; todo era cuestión del uso y buen manejo de la palabra con el tonalli de las semillas. Algunos estudiosos mencionan que eran éstas las semillas utilizadas en los rituales de sacrificio ya que se lograba un “desprendimiento” del tonalli, y el cuerpo no sentía dolor.

Coatl Xoxouhqui se divide en dos tipos de plantas, una “macho” y otra “hembra”. La del tipo “macho” es conocida actualmente como Badoh negro –del zapoteco– (Ipomea violácea), estas semillas, ololiuhqui, son de color negro, un poco alargadas en la punta, y se cree que son las más potentes, las más fuertes, y que deben ser ingeridas única y exclusivamente por lo hombres (eso dicen). Los antiguos mexicanos llamaron a estas ololiuhqui de color negro: Tlitlitzin, que signfica: “las venerables de negro”. El color de su flor es por lo común azul cielo o violeta. Las otras semillas de ololiuhqui, las del tipo “hembra”, son de color café y son más redondas que las otras, se les conoce con el nombre común de “semillas de la virgen” o de “angelito” (Turbina corymbosa), son menos potentes que las negras y estan reservadas únicamente a las mujeres. El color de esta flor es blanco.

Según la cosmovisión de los antiguos mexicanos, estas semillas se consumían en múltiplos de siete, aunque en algunos rituales se ingerían sólo trece semillas, “el número del espíritu”. Se menciona que durante el proceso de “conexión” con las ololiuhqui, se tenia contacto con la energía o divinidad de la flor, la cual ofrecía su ayuda, consejo o sabiduría. En los tiempos actuales, se menciona que se aparecen dos niñas vestidas de blanco, quienes ayudan a curar las enfermedades, entre otras cosas.  

Para poder ingerir las Tlitlitzin, el ritual inicia desde la recolección. Según las formas ancestrales, las semillas (o la planta) deben ser recolectadas únicamente por la persona que las va a consumir, realizando el permiso (haciendo uso de la palabra adecuada) correspondiente, después deberán ser molidas en un metate por una niña o jovencita (mujer virgen) en el marco de un ritual de cantos y rezos.

Como siempre, se recomienda realizar este tipo de ceremonias con plantas sagradas bajo la supervisión o asesoramiento de una persona –Tlamatini– con conocimientos solidos en medicina tradicional, pues sólo ellos conocen las formas del ritual que deben seguirse y las dosis adecuadas, de lo contrario pueden ocurrir dos cosas: un riesgo muy alto, grave, en la salud física y mental, o, puede que no establezcan en absoluto “contacto”.

Hay personas que ingieren mucho más semillas de lo establecido (30, 50, 100 o más) provocando una grave intoxicación de su sangre y del cuerpo (con riesgos de “quedarse en el viaje”, coma, o incluso la muerte), interminables dolores de cabeza y una especie de “resaca” o “cruda” de la cual tardan mucho en salir. En el mejor de los casos, no tienen ni sienten ningún “efecto”.  Todo esto se debe a que no llevan a cabo el proceso del ritual adecuado ni realizan los permisos antiguos correspondientes. Es decir, las ololiuhqui o tlitlitzin, si no haces bien el proceso de acercarte a ellas, o te tratan muy mal, o te ignoran.

Otros nombres con los que se conoce esta plantita son: campanilla, campanilla blanca, flor de pascua, flor de la virgen, flor de pasina, hierba de la virgen, manto, quiebraplatos, santa señorita, tumbacaballo, cuexpalli.

Por último, se han realizado muchos experimentos y pruebas de laboratorio por especialistas nacionales y extranjeros para conocer la estructura química y aislar los principios activos de las plantas sagradas de México, y con ello hacer puebas en ratones, conejos y demás animales de laboratorio para observar sus reacciones a los principios activos y conocer qué áreas del cerebro y del cuerpo son afectadas, intentando con esto, en primera instancia, obtener farmacos, y en segunda, saciar su sed de curiosidad o conocimiento científico de cómo actúan estas plantas en el cerebro y cuerpo humano. Desde la perspectiva de la cosmovisión del México antiguo, todo ese trabajo es inútil e infructuoso, pues las plantas tienen un tonalli, y ese tonalli que las “anima”, que les da vida, y que les da su propia “personalidad” y particularidades “mágicas” o de “poder”, jamás podrá ser aislado en un laboratorio, es como querer aislar el “alma” del cuerpo humano. Los principios activos aislados de las plantas (mescalina, psilocibina, ácido lisérgico) carecen de tonalli. En conclusión, jamás podra saber el hombre “de ciencia”, desde su laboratorio, cómo y por qué actúan de esa forma las plantas sagradas con los hombres; además de que, cada relación planta sagrada-persona, es diferente.

 

“Cantos festivos, pintura de flores

viene soltando, viene desplegando: ¡oidlo!

tiene entre mariposas y en el musgo acuático su casa

entre luces canta y llega.

Sobre luminoso sitial está erguida la Flor:

Sólo flores esparce su canto. ¡Hay placer!

Floridas flautas resuenan en su casa:

allí es esperado Él: hay gozo, se canta al son de trompetas

hay felicidad allí.”

 

Tlazohcamati Xochipilli.

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